lunes, 31 de enero de 2011

Negociar, negociar, negociar…




Escrito por Julio Antonio Aleaga Pesant


La Habana, 01 de febrero de 2011,


(PD) Como parte de mi formación como “hombre nuevo”, en las décadas del 60 y el 70 del siglo XX recibí una receta: los principios no son negociables. Con la madurez comprendí que los principios son relativos, que todo se puede tratar. En definitiva, la frase sólo esconde intolerancia e incomprensión sobre los intereses del prójimo.

Lo percibí mejor cuando me enamoré de Ela a los siete años e intenté buscarle los… aretes que le faltan a la Luna, como aquella canción de moda, aunque para ello debiera convencer a mis padres de salir de noche. Más tarde advertí, que más que los aretes, lo importante es escuchar e intentar comprender.

En estos días de enero se realizó la IV Ronda de las negociaciones migratorias entre Cuba y los Estados Unidos, el último capítulo de unos acuerdos migratorios firmados hace quince años tras la crisis de los balseros. Un año en que media isla se tiró al mar, en lo que fuera, para huir del periodo especial y la ausencia de esperanzas.

En esta reunión celebrada en La Habana, la delegación vecina estuvo presidida por Roberta Jacobson, subsecretaria de asuntos hemisféricos del Departamento de Estado. Mientras, en la silla cubana estuvo el experimentado Dagoberto Rodríguez, el número dos en las relaciones entre los dos estados luego de la debacle de Esteban Morales.

La ronda de conversaciones oficiales terminó cálidamente. Los extranjeros hablaron de la liberación de un contratista norteamericano y de los presos políticos cubanos, así como la necesidad de crear un clima de mayores libertades en la isla como forma de aumentar la comunicación entre los dos Estados. Mientras, el gobierno militar volvió al tema de la liberación de los cuatro espías y la eliminación de la Ley de Ajuste Cubano, que permite a los cubanos que pisen territorio norteamericano acogerse al asilo político.

Hasta ahí todo estuvo bien. Es más, según reportes internacionales de prensa, la señora Jacobson se reunió más tarde con representantes de la comunidad judía y la iglesia católica. El diario oficial Granma, apuntaba alegremente el jueves 13 de enero. “La reunión se desarrolló en un clima respetuoso. Se evaluó el cumplimiento de los compromisos contraídos por ambas partes con los acuerdos migratorios vigentes.”

Pero… ese mismo día por la mañana la delegación norteamericana tuvo un encuentro informal en la Sección de Intereses Norteamericana (SINA), con un grupo de personalidades de la sociedad civil. La invitación al encuentro informal fue cursada por el embajador Jonathan D. Farrar e incluyó a personalidades de diversos sectores. Estuvieron presentes el laico Dagoberto Valdés y la Dama de Blanco Laura Pollán, para citar sólo dos nombres.

Este encuentro desató la ira de la monarquía. El viernes 14 de enero cargó sus armas contra la entrevista a través del Granma. “Esta acción confirma una vez mas que no hay cambios en la política de subversión en injerencia de los Estados Unidos en los asuntos internos de Cuba y que su prioridad sigue siendo alentar a la contrarrevolución y promover actividades de desestabilización”, decía un comunicado firmado por el MINREX y proveniente del bunker en el Departamento de Relaciones Internacionales del Partido Comunista.

Elizardo Sánchez, una de las personalidades presentes en la reunión apuntó sobre el encuentro: “El intercambio de opiniones tuvo lugar en una atmósfera de cercanía y confianza que prefiguran las excelente relaciones de respeto y buena vecindad que habrán de reconstruirse inevitablemente entre ambas naciones”.

Retórica y actos

Los Estados Unidos de América, fiel a su política de promoción de los derechos humanos en Cuba y a la importancia de mantener comunicación con todos los sectores sociales de la ínsula, sobre la bases de su soberanía y de los tratados internacionales que regulan las relaciones entre los Estados, gobiernos y pueblos, mantiene conversaciones con los sectores emergentes de la sociedad civil con cada visita gubernamental, aunque logre la ira del gobierno militar.

Otra posición es la del Reino de España, uno de los cinco países con más influencia en la política, sociedad y cultura de la isla. Madrid se deja pasar las presiones de la dictadura, no aprovecha la amplia carta de negociación y mantiene la retórica Moratina, compuesta por la negación del reconocimiento a los actores de la sociedad civil.

¿Qué hará Trinidad Jiménez, la nueva canciller del reino? Está por ver. Hasta hoy no se movió un milímetro de la estrategia de su sucesor. Por lo pronto, las fuerzas prodemocráticas cubanas saben que deben negociar, negociar, negociar…

aleagapesant@yahoo.es

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