lunes, 30 de mayo de 2011

Raúl Castro llega al peldaño de los 80



Llegar a octogenario no es tarea fácil para nadie. La ancianidad viene acompañada de dolencias, debilidades y enfermedades.

Alberto Muller, martinoticias.com 30 de mayo de 2011

Foto: EFE

El hombre nuevo que debería tomar la antorcha de los ancianos revolucionarios, no aparece en el horizonte cubano.

Llegar a octogenario no es tarea fácil para nadie. La ancianidad viene acompañada de dolencias, debilidades y enfermedades. Cumplir 80 años conduciendo políticamente un estado –como Cuba- casi quebrado financieramente y al borde de un precipicio inextricable, puede convertir la labor del conductor en titánica o suicida.

Raúl Castro cumple en unos pocos días los 80 años y se incorpora con su hermano Fidel al club de los octogenarios, con la diferencia de que a Raúl no se le conoce públicamente una dolencia grave como a su hermano mayor, a no ser períodos de depresión y algún que otro problema hepático menor.

El cumpleaños será el próximo viernes 3 de junio, y de acuerdo a las agencias noticiosas, no se esperan eventos festivos en el país. Pero la fecha -sin lugar a dudas- será un recordatorio incisivo de que a la generación “revolucionaria” que lleva más de medio siglo guiando los destinos políticos de Cuba dentro del marco del autoritarismo marxista, le queda poco tiempo para resolver los agudos problemas económicos que aquejan a una nación empobrecida, otrora productora de azúcar, café, viandas y granos, que hoy tiene que importarlos de Estados Unidos, Viet-Nam o Canadá.

Raúl es hoy un mes mayor que la edad que tenía Fidel, cuando una enfermedad intestinal lo puso al borde la muerte y lo obligó a dejar el poder en el 2006.

Los sucesores de Raúl en el Partido Comunista, ancianos también, rondan los 85 años -José Ramón Machado Ventura- y a punto de cumplir los 80 -Ramiro Valdés-.

El propio Raúl confesó durante las sesiones del VI Congreso del Partido Comunista cubano, concluído recientemente, que uno de los problemas más dolorosos de la revolución, era que carecía de relevo generacional.

El hombre nuevo o la generación joven que debería tomar la antorcha de los ancianos revolucionarios, no aparece en el horizonte cubano.

Y eso es sumamente grave para una sociedad -como la cubana- que envejece aceleradamente y está obligada a despedir a un millón trescientos mil trabajadores de su plantilla oficial, que no producen, para ver si sobrevive a duras penas.

La solución de los problemas de Cuba tiene que girar alrededor de la pujanza e inteligencia de sus jóvenes, aunque los ancianos, como Raúl a sus 80 años y el resto de la gerontocracia cubana, se empeñen en estimularlos a que los jóvenes abandonen el país por falta de oportunidades y de libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario